📱 eBook SI QUEREMOS CAMBIAR LA SOCIEDAD, PODEMOS HACERLO

En la historia de España prima la acción sobre el sosiego. La reflexión que nos ayudó a vivir en paz y dignidad casi treinta años, gracias a los valores de la Constitución de 1978, hemos decidido que ya no hace falta. Olvidados el consenso y el sentido común, es necesario compartir pensamientos para que la concordia haga renacer aquellos valores que teniendo como meta la vida en paz y dignidad hicieron posible un poco más de felicidad, y volver a retomar el camino hacia la meta olvidada abandonando los contra-valores de los últimos diez años: Avaricia, codicia y egoísmo. Este libro pretende aportar propuestas para reconstruir la deteriorada imagen de la sociedad, y apuesta por el futuro con la certeza de que, con buena voluntad, puede lograrse una sociedad más justa y feliz, donde la redistribución de la riqueza elimine las diferencias abismales que a gran parte de la población sólo le procuran sufrimiento. La propuesta está abierta para encontrar personas e ideas capaces de hacer esa reflexión que rediseñe el puzzle social. No va contra nadie, ni esconde nada prefijado porque sólo será válida a partir de la decisión de quienes piensen que ayudar a renovar la ilusión de la sociedad merece la pena. Es hora de sumar esfuerzos para recuperar la esperanza y hacer que la economía esté al servicio de la sociedad global, no sólo al de una pequeña parte. Posiblemente la propuesta tenga cierto contenido de utopía, pero sin ella, la vida a veces carece de ilusión. Desde esta postura, creo que hay que asumir que los grandes temas de la convivencia son más sencillos de lo que estamos acostumbrados a escuchar. Lo más beneficioso es convertir los asuntos difíciles en fáciles, por más que las élites que dicen gobernar con sentido común busquen y hagan lo contrario. Conocemos qué tenemos, hemos tenido y creíamos tener. La sociedad actual huele a injusticia y engaño, valores que no hemos de consentir como señas de identidad común. Se trata de que todos podamos sonreír, no sólo quienes se han adueñado de la sociedad para aprovecharse de ella aunque aparezcan como sus servidores, revestidos de piel de cordero cuando bajo sus ropas esconden carne y ser de lobo. La resignación hay que olvidarle. No cabe esperar a que alguien venga a sacarnos del atolladero, hemos de dar la solución si es que queremos una sociedad para nuestros hijos diferente a la actual, desprovista de la desesperanza en la que estamos instalados, pensando que intentar cambiar no conduce a nada.