La instauración de la mala violencia como estilo de vida no es algo novedoso. Basta recorrer la historia de la humanidad para saber de la brutalidad y lo inmisericorde. Sin embargo, nuestra época descuella frente a las otras por lo paradójico de su situación; casi podría decirse que se enorgullece de proclamar los mil y un derechos, al tiempo que redobla y refina los modos de violarlos.