Cromwell contra el Imperio español se centra en la figura del estadista, del
parlamentario, del soldado, del puritano y del contrabandista, teniendo en cuenta
sus aciertos y fracasos, con objeto de analizar tanto la política exterior desplegada
por la Inglaterra de su tiempo en Europa como, sobre todo, con respecto a
España. Oliver Cromwell fue la verdadera estrella del espectáculo militar entre
1645 y 1649 y su ascenso al poder no tuvo precedentes. Oficial del New Model
Army durante las Guerras Civiles y líder del ejército parlamentario desde 1649,
derrocó a Carlos I y abrió una nueva etapa en la historia de Inglaterra. Sus campañas
victoriosas en Irlanda y en Escocia, así como los éxitos de la guerra con
los neerlandeses, convirtieron a Inglaterra en un gran cuartel, un Estado militarizado,
con apariencia de solidez en lo político e intransigencia en lo religioso.
La mirada se dirigió contra el Imperio español en América a partir de 1654. La
seguridad de Inglaterra, la religión, la situación financiera de fondo, los intereses
estratégicos y los de carácter comercial fueron aspectos que habían condicionado
notablemente las relaciones entre ambos países mientras el nuevo panorama
político surgido tras Westfalia y la guerra anglo-española de 1655, abrieron una
nueva singladura en las relaciones entre Londres y Madrid, que se iban a necesitar
mutuamente a partir de la década de 1670 para detener las aspiraciones
políticas francesas.
Cromwell contabilizó algunos logros importantes en política, sin embargo, no
consiguió consolidar un sistema político estable tras la monarquía, ensayando
—en el transcurso de una década— formas de gobierno distintas que incluyeron
desde la República al Protectorado, pasando por los Parlamentos Rump y Barebone.
La monarquía inglesa sobrevivió en el exilio y se pudo restaurar tras su
caída, pero bien es cierto que no tuvo la misma fuerza que antes ni tampoco los
apoyos de una sólida aristocracia. La resistencia española aguantó bien el empuje
militar en tiempos de Cromwell.