Esta historia comienza en 1974 con un auto con dos guitarras, alguna maleta, unas cuantas bolsas, muchas esperanzas y dos personas, Carmen Medrano y Jesús Vicente Aguirre, que por aquello de la música se hacían llamar Carmen y Jesús. ¿Destino?… la gloria, con estaciones intermedias en París, Londres o donde quiera que pudieran soltar la voz.
De algunas cosas me acuerdo… es una autobiografía que quiere ser «generacional», como diría Stefan Zweig, y que podría convertirse, por lo que se cuenta y se canta, en una pequeña discografía que acabará iluminando y acompañando las aventuras y desventuras de sus protagonistas y de toda una época. Son también unas memorias llenas de nombres propios, «forjados entre música y cadenas», como se decía en aquellos tiempos en los que se soñaba y reivindicaba, en los que se hablaba de canción protesta más que de canción de autor… Labordeta, La Bullonera, Joaquín Carbonell, Sabina, Jorge Melgarejo, Benedicto, Suso Vaamonde, Quintín Cabrera, Imanol… Todo un recital de recuerdos y papeles, de paisajes y canciones. Siempre con gente, mucha gente, alrededor.