Jurista, escritor político y poeta de las ideas en mayúscula, Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas, es sin riesgo a equivocarnos el pensador político español más importante del siglo XIX y, probablemente, uno de los pensadores más lúcidos de la filosofía política española en su conjunto. Por alguna extraña razón que desconozco, su obra ha sido objeto de un olvido consciente y de una amnesia colectiva sin parangón. Así da comienzo la introducción de Yesurún Moreno, recopilador de esta breve antología, prologada por Dalmacio Negro, que pretende acercar este grandísimo y olvidado autor al público general. Los textos seleccionados son documentos de diversa índole: una lección de derecho político impartida en el Ateneo de Madrid; una polémica de corte ensayístico con sus contemporáneos liberaldoctrinarios; un proyecto de ley sobre estados excepcionales; tres discursos parlamentarios y otros tres textos epistolares. Además, la selección atraviesa toda la vida adulta de Juan Donoso Cortés. Desde 1837 hasta los últimos años de su vida (muere en 1853).
Juan Donoso Cortés (1809-1859) estudió leyes y tuvo una intensa actividad diplomática como representante del Estado español en diferentes capitales europeas. Defensor decidido en una primera etapa del liberalismo, redactó para Fernando VII en 1832 la Memoria sobre la situación de la Monarquía. Tras su elección como diputado por Cádiz en 1837, se observa un importante cambio en su pensamiento: abandono de su liberalismo y defensa de posiciones conservadoras. Nombrado por María Cristina miembro del Consejo de tutela de las infantas en 1840, escribió una Historia de la regencia de María Cristina, cuando en 1843 llega al trono Isabel II. En París vivió en el exilio político entre 1841 y 1843; a la caída de Espartero volvió a España, donde fue elegido diputado por Badajoz. Nombrado secretario particular de Isabel II, dimite cuando accede al Consejo Real. En 1848 es elegido presidente de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid. Después de su nombramiento como embajador en Berlín ocupa la embajada de París en 1851, donde fallece a los cincuenta años de edad.