Entre 2003 y 2011, el grupo terrorista conocido
como Al Qaeda en Irak (AQI) estuvo entre los elementos más
peligrosos y brutales de la insurgencia iraquí que nació tras el colapso
del régimen de Saddam Hussein. Dirigida por el yihadista jordano
Abu Musab al-Zarqawi, buscaba provocar un conflicto sectario que
destruyera el gobierno iraquí recientemente democratizado y
permitiera la formación de un autoproclamado «Estado islámico».
Las fuerzas del gobierno iraquí, apoyadas por una coalición liderada
por Estados Unidos, lograron suprimir los disturbios civiles y
llevaron al AQI al borde de la derrota total en 2010. Sin embargo, la
retirada de Estados Unidos de Irak al año siguiente, combinada con
el estallido de una guerra civil en la vecina Siria, permitió que el
grupo terrorista regresara.
En el verano de 2014, AQI, rebautizado como Estado Islámico de
Irak y Siria (ISIS), lanzó una ofensiva que puso bajo su control casi
un tercio de Irak. Al mismo tiempo, forjó un territorio igualmente
grande en Siria. Estados Unidos denominó a su respuesta militar a
estos eventos Operación Inherent Resolve. En lugar de desplegar
grandes formaciones para luchar directamente contra el ISIS, como lo había hecho en Afganistán y
durante las primeras etapas del conflicto en Irak, las administraciones de Barack H. Obama y Donald J.
Trump evitaron una importante misión de combate terrestre contra el Estado Islámico. En cambio,
brindaron un fuerte apoyo a los representantes locales, que protagonizaron la mayor parte de la lucha.
Este enfoque resultó exitoso, limitando las bajas estadounidenses y el costo financiero del conflicto.
Con esta publicación, el Centro de Historia Militar del Ejército de EE. UU. tiene como objetivo brindar
a los soldados y civiles una descripción general de las operaciones en las guerras posteriores al 11 de
septiembre de 2001.