El tipo que narra esta historia está convencido de que todas las películas de amor mundiales fueron escritas para él. Sin embargo, la cicatriz que le atraviesa el rostro, que tapa como puede para evitar que los gendarmes le pregunten por ella, justo en la frontera, dice todo lo contrario. Y también están a la vista las otras heridas, las que dibujan las ciudades: París, Barcelona, Mar del Plata.
Las historias que cuentan un regreso solo son predecibles en los mapas, pero sin duda este no es el caso.
Esteban Quirós, Mar del Plata (Argentina) 1984.