Esta antología contiene ocho artículos, hoy diríamos crónicas viajeras o reportajes, género periodístico en el que Gil destaca con maestría: ?El mejor paisajista español?, opina Azorín.La primera colección está formada por sus páginas en el Semanario Pintoresco Español (1839) y en Los españoles pintados por sí mismos (1843) sobre La Catedral de León, Iglesia de San Isidoro y Panteón de los Reyes de León, El Palacio de los Guzmanes de León, San Marcos de León, Los montañeses de León y El pastor trashumante. La segunda parte recoge dos crónicas ?o bosquejos, como Gil decía? de la serie Bosquejo de un viaje a una provincia del interior, publicada en El Sol en 1843, siete artículos de los que dedica los dos últimos a León, Sahagún y la vega del Torío.Enrique Gil, que vivió esporádicamente en León en su época estudiantil, es amable con la ciudad, pero no perdona un riguroso juicio crítico con aquello que le desagrada. Así, tras visitar el panteón de San Isidoro, el viajero romántico desdeña San Marcos, cuyas bellezas, dice ?son apenas sombra y reflejo apagado de las grandezas de la catedral, verdadera joya de la ciudad y de toda la provincia?.Ante la catedral, la mirada implacable se detiene en la fachada del mediodía, ?de un gusto depravado. Los obeliscos y capiteles en forma de