La vida es el juego más complejo que existe, pero también el más excitante, el más apasionante.
Aunque aprender a jugar el gran juego de la vida pide años de aprendizaje, educación, maduración, reflexiones, éxitos y fracasos, y en todo ello es vital saber dominar adecuadamente las emociones que nos vienen suscitadas por cada hecho y cada instante.
Y tal vez en juegos mucho más simples, como puede ser el juego del Sudoku, se pueda practicar con mayor facilidad y ningún riesgo, la capacidad de cada uno para gestionarse correctamente sus emociones.
Saber reconocer las emociones que aparecen a cada paso, ante cada dificultad, en un juego, en el trabajo o en la vida, valorarlas con serenidad, enfrentarlas, y decidir la manera de canalizarlas adecuadamente es la clave para el éxito tanto en un juego como es el Sudoku, como en el juego, mucho más apasionante, que es la vida.
Sentimientos como el miedo, el desánimo, la angustia, la euforia, la confianza, pueden permitir al jugador de Sudoku avanzar hacia el éxito o caer en el fracaso, al igual que quien se enfrenta a un trabajo o a la vida misma, pueden conducirle sus sentimientos hacia caminos de desesperación o caminos de éxito y felicidad.