Larva, crisálida y mariposa son los tres estadios de su metamorfosis. Tal vez sea esa la causa de que algunos moralistas la identifiquen con inconstancia y volubilidad, disvalores que son rechazados por la cultura japonesa al convertirla en representación de lo femenino. Para los cristianos, la mariposa simboliza el alma que escapa del cadáver que la aprisiona. El racionalismo pretende ver en ella el triunfo de lo inmanente sobre lo trascendente. Cada escuela, cada movimiento aporta su interpretación. En definitiva, son múltiples los significados que se le atribuyen. Sin embargo, es casi del dominio público que las mariposas blancas traen buena suerte, y que si estas mariposas blancas aparecen en un sueño denotan inocencia. En un sueño es como las ve, recortadas contra un cielo azul, el protagonista de la novela que acabamos de cerrar. ¿Con ese significado? Seguramente, y con muchos otros.