La personalidad del compositor, director y teórico catalán Francisco Andreví Castellá (*Sanaüja—Lleida—, 16.11.1786;†Barcelona, 23.11.1853), es decir, su trayectoria vital y su producción artístico-compositiva, representa un caso excepcional, dentro del panorama de la música española del siglo XIX. Más allá de su constante movilidad y proyección profesional, cuenta con un perfil de particular interés para el estudio de las relaciones musicales entre Francia y España, digno de reivindicación,
pues no en vano llegó a ocupar algunos de los cargos de mayor prestigio del momento, como maestro de capilla de importantes centros de producción musical españoles (tales como las catedrales metropolitanas de Valencia y Sevilla, o incluso la Real Capilla española de Fernando VII), así como, un tiempo más tarde, ya exiliado, como maestro de capilla en la catedral de Burdeos y organista activo en París. Acaso, su condición de clérigo (en el convulso momento histórico y socio-político de la España que vivió), como ha podido suceder en otros muchos casos de músicos eclesiásticos españoles de esa misma época, pudiera haber contribuido a que su figura haya sido difuminada o pasada por alto en los estudios de la musicología hispánica más reciente, en un acto de injusticia por omisión que, ahora, con la suciente perspectiva, es mome...