RENATA Y EL MAGO PINTON

El mago Pintón se siente un poco cansado y decide tomarse unas vacaciones. Antes de marcharse, le regala a la sobrina de la bruja Gertrudis, Renata, una caja de acuarelas mágicas, que multiplican por mil lo que dibuje con cada uno de los colores. Con el naranja pinta zanahorias para acabar con el hambre; con el azul, mariposas para alegrar la ciudad; con el marrón, una silla. Pero la magia sale mal y aparece en medio de la plaza una gigantesca silla marrón. Con el amarillo, pinta chinos, pues se entera de que han sufrido un terremoto; con el verde, zapatos para los animales; con el rojo, duendes para provocar sonrisas. Aunque su amigo Toño la anima, Renata piensa que lo ha hecho muy mal y ha malgastado los colores. Por eso, con el negro, el último color que le queda, escribe una carta a su amigo el mago, pidiéndole que vuelva. Al mago Pintón no le parece tan mal lo que ha hecho y antes de marcharse otra vez le da otra caja de acuarelas. Los niños deciden pintar una caja idéntica a la suya para que se multiplique y todos los niños puedan tener la magia en sus manos.