Hijo de esa inmigración que se asentó en la pampa argentina, Antonio Carrizo saltó a Corrientes y Esmeralda cuando los años ''40 se movían al compás del tango y la Marcha Peronista. Más cerca de las boinas que de los bombos, fue compañero de ruta del comunismo y se deslumbro con el frigerismo. Se refugio en un estudio de radio y, mas alla de sus años de television, se fundio en el microfono y se hizo voz. Una voz inconfundible que nunca pudo, ni podra, bajar del aire.