Desde su infancia, Gio Manasco siente una absoluta pasión por los tornillos y los clavos. Después de haber participado en la construcción del trasatlántico Princesa Mafalda y en la apertura de la línea ferrea entre Buenos Aires y Ushuaia, en la Patagonia, Gio Manasco vuelve a Europa donde funda, a principios del siglo XX, la mayor empresa de ferreteria de su epoca. Constructor e inventor, secreto y taciturno, durante toda su vida, este hombre parece encontrar, si no el punto debil, si el punto movil tanto de la materia como de los hombres, y en seguida descubre su secreto. Trabaja y se enamora guiado por un extraño talento para las arandelas, los nudos y los pernos; pero tambien para las cintitas, los botones y los lazos de la lenceria fina. Ferreteria dura y suave que, quizas, ayuda a mantener la estructura del mundo. Tanto en una cerradura como en un corse, ve historias que le conducen a traves de los mares, las pasiones y los hombres. Con la precision y la elegancia del invento, con la sensualidad silenciosa del sueño. Lo que explica Ernesto Franco, con una escritura de tonos legendarios y poeticos, es una sintaxis del hacer y del amar. Pero tambien del ser vencidos. Porque siempre hay algo que no funciona, quizas una cosa pequeña, como la pequeña vibracion interna del Mafalda que conduce a la nave y a su comandante a la catastrofe; o el silencio repentino y la inmovilidad que echa el cerrojo y bloquea la vida de Gio Manasco, sin ponerle fin. Es justamente esto, el perder, el perderse, una pequeñez que atasca el mecanismo, lo que parece permitir que los hombres existan, narren y escuchen historias.
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