Esta obra estudia el proceso de instauración, consolidación y crisis del Estado libreal español, en los últimos doscientos años. Analiza, por un lado, el 'fracaso' del liberalismo como proyecto de vertebración nacional, vinculado fundamentalmente a la debilidad del Estado y la incapacidad para aliviar las tensiones sociales internas y, por otro, el cuestionamiento sistemático de los valores políticos liberales, tanto por las tradiciones de lo que coloquialmente denominaríamos la derecha, como por los sectores, más o menos revolucionarios, de la izquierda.
Con el Descubrimiento, la manifestación de un Mundo totalmente nuevo, forzó la mutación de ideas más profunda y repentina de todas las producidas hasta entonces. Las tres respuestas dadas por la teología misionera, personificables en Shagún, Torquemada y Acosta, proclaman el nacimiento de una nueva Iglesia, en gran parte superior a la europea, e integran a América en el conjunto de la historia universal, apreciando las virtudes y valores de su tradición y salvaguardando, con la libertad del hombre, la providencia y la protección de Dios.
La Habana de la década de 1920 y la década de 1950 representan dos realidades distintas, cada vez más complejas, donde incluso el objetivo compartido de convertir Cuba en destino para el turismo y el ocio de centenares de miles de norteamericanos había pasado de tener como referente a Niza durante la dictadura de Machado a tener a Las Vegas durante la dictadura de Batista. De la mirada hacia Europa se pasó en tres décadas a la mirada hacia Estados Unidos, que suponía igualmente pasar de la ciudad intensiva como modelo a la extensiva como objetivo ineludible. La nuclearización de los crecimientos, la falta de una estructura viaria debidamente jerarquizada que cohesionara toda la ciudad, la generación de un sistema de espacios libres de escala metropolitana que pusiera en valor los ejes vertebrales del territorio, la dotación de equipamientos en cada uno de los sectores urbanos, la necesidad de contar con bolsas de suelo para desarrollar programas de viviendas sociales, y la consolidación de un nuevo sistema de centros cívicos y representativos en los que la República de Cuba se identificara fueron los grandes objetivos subyacentes en los diversos planes que se formularon. La arquitectura en este período estará en continua transición, siempre con un alto nivel de calidad de producción, de la mano de una vanguardia que supo entretejer las influencias diversas -incluidas las latinoamericanas- portadoras de los códigos de la modernidad evolutiva con una serie de componentes vernáculos que tenían que ver con la tradición -estructura, implantación, atmósfera- , con el clima tropical -sol y luz cegadores, bonanza y estabilidad térmica-, con la fluidez de los espacios interiores y exteriores, y con lenguajes contemporáneos adaptados al lugar, avanzando en líneas de trabajo recogidas en los postulados del Team X, todo ello para construir una ciudad que se configuraba como la metrópoli antillana por excelencia. Un territorio insuficientemente explorado que necesita ser revisado con la distancia geográfica y política suficiente como para aportar su visión, siempre subje