JESUS DEL CAMPO

A su regreso a la Isla del Tesoro, Jim Hawkins se ve en posesión de una gran fortuna y, contagiado por el espíritu de la Ilustración, decide ponerse a trabajar. Reabre la posada del almirante Bembow, contrata los servicios de un tutor francés y, una noche, solo ante el tablero de ajedrez, comprende que la multiplicación de las acciones de las piezas se asemeja al conocimiento que el pretende adquiirir en su posada escuchando historias de sus huespedes futuros.

Llega un momento en la vida de todo lector en que comprende que no es posible que los personajes sean para siempre felices y se alimenten eternamente de perdices. Jesús del Campo, quizás uno de los escritores españoles más ingeniosos en su modo de asumir y jugar con la tradición literaria, nos cuenta en esta novela qué fue de la aparentemente bondadosa Blancanieves. Incapaz de conciliar el sueño perseguida por el recuerdo de su madrastra, Blancanieves empieza a llevar un diario íntimo del que su suegra será la única lectora, mientras su viejo amigo Tristan, el violoncelista, empieza a minar la fidelidad conyugal que todos esperábamos de la bella princesa. Cuando el divorcio se hace inevitable, Blancanieves pasará por los más diversos empleos y asistirá a las convulsiones sociales y políticas que asolarán el reino. Con una ironía inteligentísima y una prosa irresistible, Jesús del Campo le da un buen revolcón a uno de los cuentos más célebres de todos los tiempos y nos presenta, bajo la capa del humor, una atinada parábola sobre el arte de narrar.

A los diecinueve años, con seis francos en el bolsillo y una guitarra al hombro, el protagonista de Tristan Benson Blues deja atrás su pasado e inicia una búsqueda de no sabe muy bien qué, pero hastiado de la vida en la España de los años setenta. Su primer destino es París, donde se gana la vida tocando en el metro, y posteriormente viaja a Londres y Amsterdam, donde asiste al fin de una generación de músicos de rock y al nacimiento del movimiento punk, pero sobre todo entra en contacto con una interesantísima galería de personajes, y descubre el amor. Libro de viajes que recrea un ambiente, una visión del mundo; novela de aprendizaje que exalta el espíritu de aventura, blues en que la melancolía se entrelaza con el riesgo de vivir, Tristan Benson Blues arrastra al lector a una intensa sucesión de emociones y lo hace con el deslumbrante colorido de una gran sinfonía, el ritmo de un buen rock y la pasión de una historia de amor.

A su regreso de la Isla del Tesoro, Jim Hawkins se ve en posesión de una gran fortuna y, contagiado del espíritu de la Ilustración, decide ponerse a trabajar. Reabre la posada del Almirante Benbow con la pretensión de escuchar las historias que sus futuros huéspedes han de irle contando.

Caras B de la historia cultural de la humanidad las de este libro que es de ficción pero podría no serlo, irreverentes cuentos protagonizado por los más osados personajes: un Hamlet punk, una Caperucita resabiada o un Marco Polo subiendo la cuesta de Babel.

La literatura es una casa sin paredes. Los inquilinos, algunas veces, se exclaustran, cruzan a otras dependencias que no les corresponden o simplemente se abandonan a la intemperie de mundos ajenos. Si estas escapadas se hacen hacia la parodia, se cae en el ridiculo; si es hacia la complicidad intelectual, en la pedanteria; pero si la fuga presupone una cierta amnesia del personaje, como ocurre en los relatos de Jesus del Campo, se produce un raro extrañamiento: renace la literatura.Radio Babel es un esfuerzo por disolver la logica literaria en la que, poco a poco e inevitablemente, nos van enterrando un libro tras otro. Sus diecinueve historias remueven la tierra bajo los pies del lector y le enfrentan a una concepcion insolita del relato, escrupolosamente respetuosa con la tecnica del cuento clasico, pero radicalmente transgresora en cuanto a las situaciones. Esgrima, pero esgrima de fusil.

El narrador de Castilla y otras islas recorre campos de batalla, ruinas de fortalezas, pueblos que vieron la muerte en la horca de Juan Martín el Empecinado y el matrimonio de Carlos II con una princesa de Francia. Las sombras de quienes cruzaron Castilla para firmar tratados, sufrir exilios o marchar a la guerra merodean en el paisaje mientras suenan en el camino músicas de vihuela y guitarras de rock. Jesús del Campo, siguiendo su premisa de que «la rebeldía ante las convenciones del llamado mundo real es el primer mandamiento del viajero», entrecruza los pasos de esas figuras errantes con los de Michel de Montaigne, Ricardo Corazón de León, Butch Cassidy y Sundance Kid o el mosquetero D'Artagnan. De esa mezcla insólita de personajes, que une Castilla con los desiertos y los mares del mundo, resulta un peculiar libro de evocaciones, una defensa del arte de viajar y una fascinante aproximación a la Historia como universo de simultaneidad e infinitud.

Isadora Duncan pidió una cerveza en su hotel y un grupo de gente contempla una foto de Gorbachov. Lou Reed dijo que medías cinco pies y diez pulgadas junto al Muro y un guía norteamericano con gafas Ray-Ban explica donde estaba el despacho de Goebbels. Barry Lyndon se disfrazo para cruzar una frontera y una chica se baja los tirantes del vestido para tomar el sol tumbada en la hierba de un cementerio. Chejov llamo a la puerta de un medico y un hombre deja una piedra sobre un monumento a las victimas de un crimen. Berlin es lo que tienen en comun. Es singular la acupuntura que ejerce sobre la piel del mundo esta urbe condenada a ser pedagogica, que convive con las heridas de su historia y las cura con cuidadosa despreocupacion. Queda en Berlin un rastro de imagenes de la vida invisible, la de quienes poblaron distintos paises sin saber que en Berlin habian de cruzarse sus destinos.