Chaque famille a ses secrets. Certains méritent un meurtre.
Lorsque Harriet Westaway reçoit un courrier lui annonçant un héritage conséquent provenant de sa grand-mère, cela semble être la réponse in
El libro tiene un título sugerente, Buscando la excelencia, y un contenido de nunca clausurada actualidad: la cirugía de la catarata. La cirugía de la catarata sigue siendo la reina de todas las batallas. No sólo desde el punto de vista sociosanitario, porque satisface de modo espectacular una demanda social que aumenta sin parar, sino también desde el punto de vista de la gratificación personal del oftalmólogo, porque es también la que introduce a éste en el ámbito expeditivo de los hombres de acción; el de aquellos que transforman la realidad con sus propias manos. El gesto quirúrgico es particularmente gratificante porque es expresión de un poder —savoir pour pouvoir—, que además se ejerce directamente sin intermediarios. La cirugía de la catarata se ha ido tecnificando tanto que, al menos para alguno, ha perdido gran parte de su atracción. Lo que ha ganado en eficacia y en seguridad lo ha ido perdiendo en emoción. Todo —tanto el funcionamiento de los instrumentos como el movimiento de las manos del cirujano—está meticulosamente programado. Podría pensarse que el modelo ideal de cirujano está a punto de coincidir con el del robot inteligente. Pero el «más difícil todavía», en el que los cirujanos creativos se reconocen y complacen, hace que una y otra vez haya que desprogramar y reprogramar el cerebro y las tripas del robot. Por eso son tan importantes libros como el que ahora, lector, tiene en sus manos. El número y la autoridad de quienes lo han escrito son garantía de calidad y justifican con creces eso que también este libro representa: la creación y la transmisión de la excelencia en la cirugía del cristalino. Manuel Sánchez Salorio