MARIA ANTONIA RICAS PECES

El libro recoge en una cuidada edición las imágenes del fotógrafo Ricardo Martín García y los poemas de la escritora toledana María Antonia Ricas Peces.

Todo puede escribirse en poesía. Desde antiguo, además de ornamento, el contacto con la piedra ha sido un camino de reflexión, incluso de acercamiento a lo divino o a otras realidades. Tocar un olivino, un ojo de tigre o la obsidiana es rozar, de algún modo, el secreto vivo de la Tierra.

El Padre Tajo fluye con protagonismo en la historia de la literatura, desde los ciclos antiguos y jóvenes hasta la escritura creadora contemporánea. Este libro celebra su presencia en los textos de poetas, novelistas, historiadores que nombran su largo r

¿Qué piedra vertical de engarce vincula los tres libros que componen MENHIR? Quizá no sea una solamente sino varias: la obstinación de no desvanecerse ante el olvido, la intensidad de la palabra para insistir en lo inutil, en lo pasajero, la mirada maravi

Reflexión y contemplación ante la maravilla del canto de los pájaros y su relación con los mitos, el arte, la mística. En la China, al largo camino que lleva a la iluminación, la vía del Despertar la llaman los textos antiguos el camino de los pajaros. La imagen es hermosa y esta cargada de sentido. Porque conocer el despertar es -por caminos inusuales que no dejan en el cielo mas rastro que el volar de la golondrina- acceder a nuestra naturaleza original, volver a encontrar el nido, escribio Henri Brunel. Algunos dicen que es el idioma de los angeles, de los dioses antiguos, de los misticos, de los magos y, por supuesto, el de la poesia. Y te dire que los trovadores asi llamaban tambien a sus codigos amorosos, secretos: la lengua verde, la lengua de las aves.

El deseo, los sentidos, la distancia. Internet. Los poemas de CONECTADA alientan al erotismo en ese otro espacio y juegan el único juego del ansia, transformando la palabra en la imagen de

Con textos de Mª Antonia Ricas Peces e imágenes del pintor y ceramista Pablo Sanguino, basadas en los poemas, y prólogo del filósofo Luis Peñalver, la autora celebra al Greco en poemas que son pequeños lienzos, sin otra sustancia que la palabra como 'un parpadeo de estupor, una señal descomponiendo los semblantes' de un pintor universal