Pau Viciano

From limited scale observations -local or even familiar-, the studies compiled in this volume show the transformations experienced by the Valencian Country at the end of the Middle Ages, which, after all, were in line with he great processes of social and political change that, already on the threshold of the modern times, were closing the crisis of the feudal societies. It is, then, an approach to the world of peasants, but of a peasantry that was classed by the noble structures and that, at the same time, was immersed in the, sometimes stimulant and other times exhausting, game of the market's strength. In a «rural world» that was actually the immense territory stretched beyond the walls of the triumphant Valencia of the fifteenth century, the peasants cannot be understood without the presence of the feudal lords, neither without the merchants' activities. In the Valencian case, the 1400s still reach denser meanings. It is the Golden Age of the city of Valencia, but the landscape that appears in this book is, above all, the rural country, that of the net of villages, places and farmhouses that were far away from the golden reflections of the capital of the kingdom.

Dos grans Estats com França i Espanya, i un territori com Catalunya, han estat capaços de generar processos de construcció nacional de major o menor intensitat, més o menys excloents i reeixits. La comparacio entre els seus elements de legitimacio historica resulta significativa perque han produit memories col·lectives contraposades, pero que en bona mesura shan bastit amb referencies i simetries comunes.

Entre las grandes ciudades que apoyaban -y se beneficiaban- del proceso centralizador del final de la Edad Media, construido en torno al impuesto, y las comunidades campesinas que sobre todo sufrían sus consecuencias, existía un abanico de pequeñas ciudades que tuvieron un papel clave en la consolidación del poder real. El caso de una villa valenciana como Castellón permite analizar el encaje de los poderes locales en un marco administrativo cada vez más centralizado, y comprender las estrategias de los dirigentes municipales ante unos cambios que amenazaban su hegemonía. El estudio de los prohombres que gobernaban la vida pública, con las bases económicas y sociales de su poder, y las políticas que llevaban a cabo, define un modelo de juego político local propio de estos núcleos medios, menos asfixiado por las facciones que en las grandes ciudades y más dinámico y conflictivo que en los lugares estrictamente rurales.

Cinquanta anys després de la publicació de «Nosaltres, els valencians», les "indefinicions" i els "problemes" que Joan Fuster diagnosticava en aquell incisiu assai

La historia de la señera de la ciudad de Valencia es un verdadero rompecabezas que hay que montar con piezas muy diversas -tanto escritas como gráficas- y que, a menudo, no parecen encajar fácilmente. La publicación, en les postrimerías de los años setenta, del estudio caudal de Pere Maria Orts i Bosch, Història de la senyera al País Valencia, había dejado establecido que la bandera tradicional de Valencia no había sidoo otra que la de las cuatro barras reales, y que no fue hasta bien entrado el siglo XIX que se añadió el aumento azul con los bordados que, posteriormente, serían interpretados como una corona. sin embargo, desde entonces se han dado a conocer nuevas fuentes -cartas portulanos medievales y modernas y documentos sobre la confección de banderas municipales- que se han interpretado como una prueba de la antigüedad de la señera coronada con la franja azul. En Barres i corones: La bandera de la ciutat de València (segles XIV-XIX) de Pau Viciano, además de aportarse algunos datos nuevos, se reevalúan todas las informaciones disponibles para tratar de establecer cual era la bandera que la ciudad de Valencia hizo servir como propia desde la Edad Media hasta el umbral del Novecientos.