Ramón Gaya Pomes

Al lector, incluso al más avisado, le habrá llamado la atención que de determinadas obras de Ramón Gaya se haya hecho, en el transcurrir del tiempo, más de una edición distinta, cada una diferente siempre en algo de la anterior. Eso se debe a que la obra de Ramón Gaya, y no sólo la literaria, es una obra que busca la claridad más neta para hacernos comprender su principio, su núcleo de origen, la concavidad que alberga el hueso en cada fruto, y para llegar a eso tiene que mondar y rebanar, ir descarnando para quedarse en el esqueleto. Le molestan las adherencias, apunta a la esencia, de ahí que su escritura esté plagada de matices jamás superfluos; trazos seguros, firmes y escuetos que van perfilando aquello que realmente necesita decir, no le queda más remedio que decir. Pues bien, a la hora de "estructurar" estos tomos de su Obra completa, Ramón Gaya ha procedido del mismo modo con que interviene siempre que se trata de su obra, intentando esta vez, eso sí, darle un carácter ya definitivo.

Hacia finales de los años ochenta del siglo xx, el propio Ramón Gaya comenzó a recoger y ordenar sus diversos escritos con el propósito de darles una forma definitiva. Entre 1990 y 1994 llegó a publicar tres tomos en esta misma editorial bajo el titulo general de Obra completa, pero por distintos motivos ese proyecto no tuvo continuacion. Es cierto que en 2000 aparecio el que podria considerarse como el cuarto volumen de esa serie, pero se trataba de una edicion de las cartas que el pintor dirigio a su amigo Juan Guerrero Ruiz entre 1927 y 1953 y era un libro con personalidad propia y distinta. Los tres tomos seleccionados y preparados por Gaya no constituyeron, pues, mas que el primer paso hacia la recopilacion sistematica de toda su obra. El proposito de la presente edicion es completar la tarea puesta en marcha en 1990, dando a conocer la totalidad de sus escritos a excepcion de su correspondencia, que vera la luz en un segundo volumen.

Querida Sole: Hace muchos años que me niego a escribir cartas, ya que estoy convencido de que sólo sirven para no entenderse...

Paloma o Soledad nace de la colaboración entre el pintor Ramón Gaya y el escritor y crítico literario Antonio Sánchez Barbudo a raíz de la amistad que entablan en el seno de las Misiones Pedagógicas, como se sabe, una de las empresas culturales mas entusiastas de la II Republica. Se trata de un texto breve que explora, con una buena mezcla de humor farsesco y espiritu decadente, las posibilidades dramaticas de uno de los iconos finiseculares y del arranque del siglo XX: Pierrot. En esta edicion no solo perfilamos las condiciones en que el texto se fraguo, sino tambien el dialogo que establece con otras fuentes europeas y españolas, en especial, con Picasso.

Al lector, incluso al más avisado, le habrá llamado la atención que de determinadas obras de Ramón Gaya se haya hecho, en el transcurrir del tiempo, más de una edición distinta, cada una diferente siempre en algo de la anterior. Eso se debe a que la obra de Ramon Gaya, y no solo la literaria, es una obra que busca la claridad mas neta para hacernos comprender su principio, su nucleo de origen, la concavidad que alberga el hueso en cada fruto, y para llegar a eso tiene que mondar y rebanar, ir descarnando para quedarse en el esqueleto. Le molestan las adherencias, apunta a la esencia, de ahi que su escritura este plagada de matices jamas superfluos; trazos seguros, firmes y escuetos que van perfilando aquello que realmente necesita decir, no le queda mas remedio que decir. Pues bien, a la hora de "estructurar" estos tomos de su Obra completa, Ramon Gaya ha procedido del mismo modo con que interviene siempre que se trata de su obra, intentando esta vez, eso si, darle un caracter ya definitivo.

Hace algún tiempo, el poeta y crítico de pintura J. X., entre burlas y veras, había ido componiendo una serie de poemillas dedicados a los viejos pintores en donde se adjudicaba a cada uno el color que, más o menos, le podía caracterizar o cuadrar. La colección, sin grandes tropiezos, avanzaba buenamente -el "carmín" para Tiziano, el "ocre de oro" para Rembrandt, el "gris" para Goya...-, cuando, de pronto, al llegar a la figura de Velázquez, mi buen amigo se atascó. No lograba encontrar el color correspondiente; pasaba revista una y otra vez al iris extenso de la pintura y ninguno de los colores o matices le parecía bastante significativo. Dada mi antigua y decidida inclinación por la obra singular del gran sevillano, J. X. decidió consultarme... Las páginas que siguen no son una reconstrucción de aquel escrito, pues en él sólo se advertía, se registraba ese extraño fenómeno, y nada más; ahora, provocado por el versificante juego de mi buen amigo, y ayudado sin duda por la insistencia, creo haber ido mucho más lejos en esa misteriosa cuestíon.

Al darnos cuenta, un día, de la naturalidad y verdad del arte, nos damos cuenta al mismo tiempo de la artificialidad y mentira de la crítica artística... Ramón Gaya

Al lector, incluso al más avisado, le habrá llamado la atención que de determinadas obras de Ramón Gaya se haya hecho, en el transcurrir del tiempo, más de una edición distinta, cada una diferente siempre en algo de la anterior. Eso se debe a que la obra de Ramon Gaya, y no solo la literaria, es una obra que busca la claridad mas neta para hacernos comprender su principio, su nucleo de origen, la concavidad que alberga el hueso en cada fruto, y para llegar a eso tiene que mondar y rebanar, ir descarnando para quedarse en el esqueleto. Le molestan las adherencias, apunta a la esencia, de ahi que su escritura este plagada de matices jamas superfluos; trazos seguros, firmes y escuetos que van perfilando aquello que realmente necesita decir, no le queda mas remedio que decir. Pues bien, a la hora de "estructurar" estos tomos de su Obra completa Ramon Gaya ha procedido del mismo modo con que interviene siempre que se trata de su obra, intentando esta vez, eso si, darle un caracter ya definitivo.