Santo Piazzese

«Un melancólico retrato de Palermo, un homenaje a los clásicos mediterráneos del género negro y una autopsia de los males de la sociedad. El culto, cínico y divertido La Marca es una eficaz mezcla en

«En mis estanterías, entre los escritores que más aprecio, Santo Piazzese ocupa un lugar destacado». ANDREA CAMILLERI Por primera vez en castellano este clásico contemporáneo de la novela negra europ

Lorenzo La Marca, lo svagato detective dei gialli palermitani di Santo Piazzese, si trova ad Erice, ad un workshop del Centro Ettore Majorana. Mentre gironzola qui e la in cerca di riparo dalla inesorabilita del sole e dei colleghi, fa un incontro inatteso: l'amico dei primi anni di Biologia. Rizzitano, si chiamava, ed era sempre stato tanto capace di navigare tra uomini e donne quanto La Marca era impacciato. La rievocazione inevitabile s'impunta su una zona della memoria evidentemente sensibile: l'isola della Spada dei Turchi. E qui cambia la scena. L'ironia e il parlare per allusione e contrasti, tipici della spavalderia autocritica del personaggio, si modula, a poco a poco, al tono del ricordo. La mente torna agli inizi di La Marca, il ritratto del personaggio da giovane. Un pugno di anni di tanto tempo prima, studente alle prime armi, il suo professore, per studiare certi pesci, lo imbarcava su un peschereccio, il "Santa Ninfa". Navigando con gente di mare, gli era piaciuto scoprire cose immaginate sui libri di scienze e di avventura ma, una volta, s'era invaghito di un'isola della costa siciliana, la Spada. Ci vivevano "gli stravaganti" - cosi gli altri isolani chiamavano la colonia di individui finiti la, ognuno venuto da lontano, ognuno per ragioni diverse, qualcuno a viverci stabilmente, altri a ricercare periodicamente se stessi. Gravitavano intorno a un bar dal nome incongruo, fondato nel dopoguerra da un friulano precipitato in quello scoglio insieme alla moglie bellissima.

«La Verdad es siempre revolucionaria, según dicen; incluida la verdad meteorológica».Y así, por una casualidad, y a causa de un cadáver tendido sobre la acera recién lavada por la lluvia de un Palermo otoñal, Lorenzo La Marca se ve empujado a investigar un caso de homicidio en el <em>milieu</em> anticuario de la capital siciliana. Pero ya sabemos que él tiene su propio tempo: deambula por los sinuosos callejones de la ciudad árabe y por las avenidas arboladas de Mondello, pone un disco de Chet Baker, vuelve a ver una película de Bergman, toma un aperitivo en su terraza contemplando el atardecer sobre el mar de tejados y cúpulas... Y únicamente entonces, como la evanescente y compleja arquitectura de un solo de trompeta, la trama va perfilándose en el aire.Melodías, largometrajes, citas literarias... modernas mitologías y viejos anhelos con los que ese biólogo de profesión, detective por casualidad y dandi por naturaleza que es La Marca homenajea a los clásicos del género negro de la mejor de las maneras: viviéndolos como una novela.

Por primera vez en castellano este clásico contemporáneo de la novela negra europea.«En mis estanterías, entre los escritores que más aprecio, Santo Piazzese ocupa un lugar destacado». ANDREA CAMIL