Unas manos pueden acariciar, pueden aplaudir, unas manos pueden abrazar, trabajar, partir el pan. Unas manos pueden también pegar, arañar, estrangular, apuñalar, despellejar. Unas manos pueden dar y pueden quitar, unas manos se pueden equivocar, quitarte lo que te dieron, incluso, lo que nunca fue suyo y, algunas veces (pocas) devolverte lo quitado.Tambien pueden escribir. Y escribir algo tan terrible y bello como Las Manos de Sara Olivas. Una poeta que recoge el testigo de la mejor poesia confesional y la lleva hacia el comun con la frialdad de un bisturi, la ligereza de una pluma y la gravedad de una lagrima. Una poeta que con su primer libro hace todo un ejercicio de exordio, de limpia familiar, que denuncia el maltrato heteropatriarcal desde la afectacion y pone en cada verso el cuerpo, la carne, sus manos, estas manos que, como tu ahora, son capaces de sostener uno de los mejores libros que leeras en este año.David Trashumante