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Irene
31/12/2021
eBook
Un puñado de proveedores tecnológicos centralizan hoy el acceso a internet de media humanidad. Las infraestructuras son tan vulnerables que podrían colapsar en un solo día. El libro analiza muchas maneras en las que Internet podría caerse, los ataques que podría sufrir y sus terribles consecuencias. Esther, que defiende un periodismo constructivo y que se define como una “periodista de soluciones” nos describe además con minuciosidad todas las sombras del inexorable avance tecnológico. El libro, dedicado a un mañana en el que el sol volverá a brillar, se divide en tres secciones que la autora poéticamente llama Oscuridad, Tinieblas y Nuevo Amanecer. “Internet, la gran plataforma de conocimiento, una de las mayores creaciones de la humanidad, se ha convertido en un nido de dependencia, adicción, vigilancia, desinformación, manipulación y censura que amenaza con su propia destrucción. Lo que se creó como una manera de conectar al mundo para colaborar ha terminado en una forma de control y de optimización del statu quo que profundiza en nuestras divisiones, miedos y brechas; pero internet, per se, no es el problema. Tampoco lo son el big data y la inteligencia artificial, ni las redes sociales” El problema, dice Esther, son las reglas que rigen las infraestructuras, su funcionamiento, los objetivos a los que responden, qué castigan y qué premian. Lo que está sucediendo choca frontalmente con el sueño de un internet descentralizado, libre y gratuito con el soñó su creador Tim Berners-Lee: “Un lienzo en el que se puedan dibujar cosas maravillosas” Colectivamente sufrimos un anhelo de lo que pudo haber sido y no fue. Asistimos a una vulneración masiva de derechos y a un internet clasista a dos velocidades, mejor para el que se lo pueda pagar y peor para el que no. En la tercera parte del libro, Nuevo Amanecer, Esther hace un alegato a la utopia realista y a la posibilidad: “¿Y si despertáramos del letargo para construir un nuevo internet descentralizado, abierto, libre de monopolios, donde la tecnología de datos y la inteligencia artificial sean usadas para el bien con un tejido social reconstruido y un nuevo contrato social?” Millones de personas están ya facilitando la transición de un internet extractivo a una distribución de valor equitativa, plural, sostenible y consciente. Personas que, como la propia autora, entienden que el centro de todo no puede ser la tecnología y que si los objetivos económicos cambian, la tecnología también lo hará. Porque necesitamos inventar y narrar nuevos futuros, construir utopías que, como decía Galeano, nos permitan avanzar. Gracias Esther Paniagua por arrojar tanta luz sobre un tema que nos afecta a todos en un libro maravillosamente escrito y documentado. Te deseo los mayores éxitos y que se hagan realidad todas tus propuestas.