Durante los siglos XVI y XVII, la Monarquía Hispánica erigió, a lo largo y ancho del globo, el mayor imperio habido hasta la fecha sobre la faz de la tierra. Un imperio forjado, a golpe de pica y arcabuz, por sus celebres tercios. Si en su clasico De Pavia a Rocroi el consagrado historiador Julio Albi analizaba magistralmente estas formidables unidades que durante siglo y medio dominaron los campos de batalla, Vidas Intrepidas. Españoles que forjaron un imperio nos acerca a la historia de los hombres que las componian, desde nobles de ancestrales blasones y otros que creian serlo a plebeyos que no tenian que comer, de los que alcanzaron la cuspide militar a los que nunca pasaron de soldados. Hombres que lucharon en cerrados combates, por mar y tierra, realizaron desembarcos arriesgados, fatigaron los caminos de Europa o los vericuetos de los Andes, se bambolearon en galeones, apostaron un botin a naipes grasientos y a dados trucados, se hacinaron en galeras hediondas, gastaron en perifollos lo que no tenian, naufragaron, montaron guardia en presidios perdidos, pelearon en lupanares dudosos, se amotinaron, coronaron brechas ensangrentadas, disputaron cubiertas resbaladizas, se batieron en callejones sombrios, remaron encadenados a bancos enemigos o tuvieron la monotonia como su peor enemigo. Sus adversarios, ingleses, franceses, holandeses, incas, turcos, berberiscos y araucanos, fueron tan variados como los escenarios en los que transitaron, el Atlantico, Chile, Inglaterra, el Mediterraneo, Francia, Mexico, Italia, Berberia, Irlanda, Flandes. Hay, sin embargo, denominadores comunes: a ninguno, ni siquiera al mas cuitado de ellos, le falto el valor, y todos pasaron sus vidas a un paso de la gloria y de la muerte. Seria inutil buscar aqui paladines de brillante armadura; en las paginas de este libro, que desprenden perfume a bizarria y a polvora, solo se encuentran hombres, no todos recomendables, pero de vidas intrepidas con cuyas espadas se forjo un imperio.
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