"Lo que el poeta ama, en definitiva, es el regalo de la huida. La certeza de la huida. La posibilidad de levantar, puertas adentro, un muro de caricias, o de besos, o de construir una red de complicidades domésticas que lo proteja de la hostilidad del invierno, de la angustia de los formularios, de la lluvia que golpea el asfalto detrás de las paredes.
Extracto del prólogo.
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