Cuando Eliot (1945) afirmaba que el poeta clásico «agota, además de una forma, la lengua toda de su época» no estaba pensando en Luis de Góngora (1561-1627), pero no cabe duda de que muy pocos poetas en la historia de la literatura europea podían asumir tan bien como él esa definición de clásico. La poesía de Góngora es quizá la más musical e imaginativa, la más plena y profunda, la más perfecta; por eso Góngora, que elevó el castellano hasta su máxima expresión, fue único, inimitable e inalcanzable por ningún otro poeta de su tiempo. Luis de Góngora heredó la mejor tradición clásica, italiana e hispánica para ofrecernos, fruto de su genial creación sincrética, una nueva poesía que definitivamente abría su horizonte hacia la modernidad. Esta excelente antología de Luis de Góngora, A batallas de amor, preparada por Manuel Gahete, ofrece una imagen cabal de su poesía, que evidencia su significación y transcendencia, que cincela su permanencia en la memoria de la literatura universal.Juan Matas Caballero
Ficha técnica
Editorial: Valparaíso Ediciones
ISBN: 9788418082917
Idioma: Castellano
Número de páginas: 264
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 22/02/2021
Año de edición: 2021
Plaza de edición: Granada
Colección:
Colección Poéticas
Colección Poéticas
Número: 9
Alto: 21.0 cm
Ancho: 13.5 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Luis de Góngora y Argote
Luis de Góngora (Córdoba, 1561-1627) es uno de los poetas mayores y más influyentes de la literatura española. Muy joven, protegido por un familiar, estudió Cánones en Salamanca y entró de racionero en la catedral de Córdoba. De su fama hay testimonios tempranos, como el de Cervantes. Combinó su actividad poética con diversos cargos en el cabildo, hasta que en 1617 se ordenó sacerdote y fue nombrado capellán honorario del rey. Entre sus obras destacan la comedia Las firmezas de Isabela (1610), el Polifemo (1612), las Soledades (1613-1614), el Panegírico al Duque de Lerma (1617) y la Fábula de Píramo y Tisbe (1618), amén de sonetos, canciones, romances, letrillas y décimas de perfección inusitada. Enfermo y sin haber llegado a disfrutar la pensión prometida por el Conde-Duque, regresó a Córdoba, donde murió en 1627; meses más tarde se imprimieron sus Obras en verso. Después de alcanzar un inmenso prestigio en su tiempo, no volvió a recuperarlo hasta comienzos del siglo XX.