BOTAS DE SIETE LEGUAS

Aunque a su pesar, Luis crece. Y lo van cercando las primeras tristezas del amor, la muerte, las decepciones y los enigmas de los adultos que no puede entender, la violencia que le enseñan sus acosadores de clase. Pero gracias a su sensibilidad (y al primo Mario, y a José, su padre) también aprende que hay algo parecido a un cobijo dentro de un libro, de la música de una cassette o de la simple costumbre de imaginar. «Un niño echa de menos cuando era más niño», dice en su primera (y prematura) reflexión de «mayor». Y desde ese momento del tiempo, desde esa conciencia del tiempo ido, escribe su relato. Desde ese borde de la adolescencia en que se comienza a vivir con los dos pies en la realidad de los otros y la inocencia empieza a ser un mito.