DEBOLSILLO - 9788490622384
Mario Levrero en estado puro; una novela que apunta a las maneras de Philip K. Dick.
Gardel decía, poco más o menos, Gardel sólo quiere elevarse, que lodejen en paz para elevarse. Hace mucho tiempo que está atrapado en lazona inferior, reclamado continuamente por los que escuchan sus discos ygente como usted, que estudian su vida. Todo eso lo tira hacia abajo, ¿comprende?, no lo deja ascender. Cada vez que alguien pone un disco deGardel, allá está el alma de Gardel, que ya no es Gardel, sino el alma,el alma de Gardel, que sólo busca subir, trascenderse en un PlanoSuperior, y lo tiran para abajo, lo reclaman, porque él puso muchafuerza en los discos, ¿sabe?, no siempre que se escucha el disco dealguien que murió, ese alguien se siente atraído por el disco; no; sólounos pocos, los que ponen el alma. Magaldi, por ejemplo; Magaldi noponía el alma. Era un llorón, hacía mucho teatro, como que se desgarrabay lloraba cuando cantaba, pero en realidad no ponía el alma como Gardel.Usted escucha a Gardel, que me perdone el pobrecito por perturbarlo,nombrándolo así, con admiración, estas cosas lo llaman hacia el PlanoInferior, pero Gardel ponía el alma, y el alma de Gardel está en elsurco de cada disco, un poco del alma quiero decir, son pedazos que fuedejando por la Tierra, y ahora tendría que reunirlos silenciosamentepara poder trascenderse, ¿me comprende?
Reseña:«Más allá de su reconocible linaje nacional, de los autores con los que él mismo se vinculó, Kafka, o con los que se lo relaciona muy atinadamente, Beckett y Vian, Levrero puede situarse en la hermandad de los inconclusivos. Son los que convierten el acto de la escritura en una espiral neurótica.»Nora Catelli, El País, Babelia
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Escrito por Mario Levrero
Mario Levrero nació en Montevideo en 1940 y falleció en la misma ciudad en 2004. Fue fotógrafo, librero, guionista de cómics y de folletines experimentales, humorista y redactor jefe de una revista de perfil inclasificable. Es autor de las novelas La ciudad (1970), Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo (1975), París (1980), El lugar (1984), La Banda del Ciempiés (1989), Dejen todo en mis manos (1996), El alma de Gardel (1996), El discurso vacío (1996) y La novela luminosa (2005); publicó también los libros de relatos La máquina de pensar en Gladys (1970), Todo el tiempo (1982), Aguas salobres (1983), Los muertos (1986), El portero y el otro (1992), Ya que estamos (2001) y Los carros de fuego (2003); asimismo, algunos de sus mejores artículos periodísticos se encuentran en Irrupciones I (2000) e Irrupciones II (2001).
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