Obra inconclusa de María Zambrano en la que nos ofrece su personal análisis del fenómeno del exilio como vía de conocimiento de la estructura existencial del hombre.
María Zambrano, desde su dramática experiencia de exiliada, analiza el fenómeno del exilio y descubre en él los caracteres definitorios de la naturaleza humana. Su maestro Ortega había dicho «yo soy yo y mis circunstancias»; cuando éstas le son arrebatadas, el hombre en su soledad toma conciencia de las nervaturas de su existencia, que hemos venido en llamar «los existenciarios» del ser humano. Advierte que la patria no es algo que quedó atrás, sino que la lleva consigo, es su entraña y, situado al margen de los meandros de la historia, advierte con más claridad su recorrido y sus crisis como cascadas que la precipitan a otro nivel de la historia. El estudio de la filósofa veleña no sólo es valioso por la profundidad de su análisis y por la belleza de su estilo literario, sino porque es testimonio de su vida en el momento más eficaz de su producción filosófica. Se recupera con esta publicación una obra inacabada que Zambrano usó como una cantera para publicaciones posteriores.
Ficha técnica
Editorial: Anthropos
ISBN: 9788415260882
Idioma: Castellano
Número de páginas: 160
Tiempo de lectura:
3h 44m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 26/08/2014
Año de edición: 2014
Plaza de edición: España
Alto: 2.1 cm
Ancho: 1.3 cm
Especificaciones del producto
Escrito por María Zambrano
Filósofa española. Nacida en Vélez-Málaga (Málaga) en 1904, fue discípula de José Ortega y Gasset y profesora en la Universidad de Madrid. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) participó en algunas comisiones de ayuda humanitaria y cultural y se exilió en México, a donde llegó en 1939. Profesora de la Universidad de Morelia, se trasladó muy pronto a La Habana, en cuya universidad enseñó durante varios años, así como en la Universidad de Puerto Rico. Posteriormente vivió en Italia y en Suiza antes de su regreso definitivo a su país. Para Zambrano, la filosofía no era sólo una cuestión de conceptos, sino de símbolos que deben abordar los problemas esenciales de la trascendencia y los grandes misterios de la vida humana. Murió en 1991.