«Hombre despatriado, como puede adivinarse, viene a ser un guiño al libro
de Ignacio Prat El muchacho despatriado. Juan Ramón Jiménez en Francia
(1901) publicado por Taurus en 1986 y que tanto me impactó en su momento.
»Este despatriado mío consta de tres partes. La primera, Niño en
desinfancia, es la amarga constatación del niño aquel que creció abrazado a la
tristeza en mitad de «un campo de rastrojos» viendo caer «una lluvia negra»
mientras pasaba «de largo un vaho de estiércol caliente», como escribiera George
Trakl, poeta que tanto supo de «los apestados suspiros de la melancolía» y que
acabaría suicidándose de un disparo en el pecho un día de noviembre de 1917
cuando contaba treinta años de edad. Dejó, sin duda, un bonito cadáver. Memoria
eterna.
»La segunda parte, Desperté de ser niño, es al tiempo que un homenaje al
poeta del pueblo una puesta al día de un poema, anteriormente llamado «El hijo»,
que todavía estaba por resolver; por tanto, también, un homenaje a mi hijo.»La tercera y última parte, Un frío demente (debe su título al poema de
homónimo nombre contenido en Donde muere la muerte, obra póstuma de
Francisco Brines), recoge aquellos textos que mencionan las pérdidas más
íntimas y cercanas».