La crisis económica se ha cebado en los trabajadores, y cada vez se oye hablar más de la necesidad del retorno de la lucha de clases. ¿Pero estamos seguros de que esta había desaparecido? Porque la lucha de clases no es sólo un conflicto entre la clase propietaria y los trabajadores que dependen de ella. También lo es la explotación de una nación por otra, como denunció Marx, y la opresión de la mujer por el macho, como escribió Engels. Así pues, estamos en presencia de tres diferentes formas de lucha de clases, dirigidas a cambiar radicalmente la división del trabajo y las relaciones de explotación y opresión que existen a nivel internacional, o en un solo país, o en el seno de la familia.
Dados los acontecimientos que marcaron el paso del siglo XX al siglo XXI, la teoría de la lucha de clases es hoy más necesaria que nunca, a condición de que no derive en un populismo fácil que lo reduzca todo a un choque entre humildes y poderosos, haciendo caso omiso de la multiplicidad de las formas del conflicto social.
Ficha técnica
Traductor: Juan Vivanco
Editorial: Ediciones de Intervención Cultural
ISBN: 9788494209789
Idioma: Castellano
Número de páginas: 438
Tiempo de lectura:
10h 27m
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Fecha de lanzamiento: 01/05/2014
Año de edición: 2014
Plaza de edición: Es
Alto: 15.0 cm
Ancho: 21.5 cm
Grueso: 15.0 cm
Peso: 1.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Domenico Losurdo
Prolijo autor, polemista inmisericorde, punzante escritor, Domenico Losurdo (Sannicandro di Bari, 1941) ha sabido poner en claro y sobre el papel las ambivalencias, zonas de sombra y claroscuros de la filosofía clásica alemana. Buena muestra de ello son libros como Autocensura y compromiso en el pensamiento político de Kant (de próxima aparición en Escolar y Mayo Editores), La comunidad, la muerte, Occidente: Heidegger y la “ideología de la guerra” (Losada, 2003) o Nietzsche. El rebelde aristocrático (Bollati Boringhieri, 2004), en los que Losurdo conjuga el rigor documental y la lucidez interpretativa que le han dado fama internacional –no en vano sus obras han sido traducidas a las principales lenguas europeas– con un insobornable espíritu crítico que desvela los flancos ideológicos, aún por hollar, de los grandes clásicos de la filosofía política. Este mismo espíritu crítico adquiere todavía mayor intensidad, sin menoscabo alguno de la solidez argumentativa que recorre toda su obra, en los ensayos donde Losurdo trata de desenmascarar las fallas e inconsecuencias, los déficit de justificación, de una ideología imperiosa y dominante que no se encuentra en disposición –como es el caso de toda ideología– de revertir sobre sí misma los criterios de enjuiciamiento, legitimidad y ejemplaridad que aplica por doquier. Así, Losurdo ha puesto al descubierto la otra cara del liberalismo clásico, no tan individualista y humanitarista como quisieran sus mentores (Contrahistoria del liberalismo, El Viejo Topo, 2007), o ha desvelado las fa