Enrique Díez-Canedo y Reixa (Badajoz, 1879- México, 1944), extremeño universal, fue profesor, poeta, traductor, ensayista, diplomático... pero, sobre todo, fue uno de los críticos literarios más importantes de la Edad de Plata (concretamente del periodo comprendido entre 1907 y 1944) y una de las figuras intelectualmente más atractivas de su tiempo, por su perspicacia, mesura y amplitud de conocimientos, tanto en literatura española como hispanoamericana y universal, así como por su enorme competencia en el difícil campo de la traducción literaria, en el que sobresalió como pocos. Y sin embargo, a pesar de tan altos méritos, todavía sigue sin ocupar el lugar que le corresponde en la historia de la Crítica Literaria española, y ello se debe, básicamente, a las fractura cultural que se produjo en nuestro país tras la guerra civil, y de la cual, como muestra vivamente el caso de Díez-Canedo, aún no nos hemos recuperado del todo.
Su obra crítica y de traducción recibió el elogio sin ambages de sus contemporáneos, y tras el advenimiento de la República empezó a recibir diversos reconocimientos a su trayectoria: se le nombró embajador en Uruguay (1933-1934) y Argentina (19361937) y fue elegido miembro de la Real Academia en 1935. Precisamente ese alto grado de compromiso motivó su exilio en 1938, y con ello, la persecución y el progresivo silencio a los que su figura intelectual y su obra fueron sometidos.