Este ensayo se presenta como efecto de la convicción de que la orientación lacaniana del psicoanálisis tiene algo para aportarle a la contemporaneidad; lo cual ofrece una primera respuesta a la pregunta que encontramos en el prólogo: “¿Porqué una analista decide dirigirse al público hoy?”.Dos palabras, dos significantes introducen la lectura: salvación, de cuyas connotaciones religiosas se intentará desprenderlo, y síntoma, cuya acepción reducida a lo patológico se ve transformada. Salvación y síntoma se anudan para encontrar en su anudamiento otro sentido. Se salva quien se hace responsable de su ser de goce: su síntoma.El ensayo se orienta a buscar en cada tramo del recorrido que inicia, la traza de lo real del goce –escándalo para la razón- y el esfuerzo humano por hallar en sus empresas políticas, filosóficas, religiosas y científicas el semblante adecuado a la angustia, frente a una existencia cuyo sentido mas profundo se fuga de los discursos con los que se intenta comprenderla. ¿Cómo franquear ese límite del pensamiento que Freud llamó: sexualidad y muerte?En el texto que nos convoca, el psicoanálisis es intercalado en el tejido discursivo que atraviesa los siglos; pero los temas del psicoanálisis que se introducen –tratados con deferencia hacia el lector- nunca son ajenos a los interrogantes del lector contemporáneo.En efecto, si en la primera parte la autora vuelve su mirada hacia la antigüedad greco-judeo-cristiana, es para emprender la búsqueda que se propone en trayectos que conducirán al corazón de la contemporaneidad. En ellos resuena una cuestión central: la emergencia del sujeto extraído de la lengua y de la relación al ideal. En el relato emergerá la función del semblante como un hilo conductor que enlaza las diferentes formas que va tomando la idea de salvación.