Emilio Carrere, mujeriego, actor aficionado, frecuentador de cafés nocturnos y casas de mala nota, además de experto en ocultismos varios y necrófilo, formó parte -por propia elección- de la excéntrica bohemia madrileña de principios de siglo. Las fuentes literarias de las que bebían tanto él como otros compañeros de viaje se encontraban allende los Pirineos y más aún del otro lado del océano. Unas aguas de oleaje profuso, elevado y espumoso, que se hallaban contaminadas por el modernismo rubendariano, el decadentismo finisecular y la poética simbolista de Verlaine, Mallarmé y Rimbaud. La torre de los siete jorobados, que el propio Carrere había enfocado como folletín de aventuras en el que lo policiaco, lo pseudocientífico y lo sobrenatural se unieran para imitar, con un toque peculiar de humor castizo, a los Leroux, Motta, Le Rouge o La Hire, se alimenta -de forma excéntrica al realismo literario español- de luchas en el medio astral entre voluntades opuestas, de bandas de falsificadores jorobados, de aparecidos y de sabios un poco locos, y hasta de... ¡una ciudad perdida bajo los suelos de Madrid! El lector de esta novela revivirá con ella aquellos días -hoy casi perdidos- de una cierta inocencia literaria y de un más perdido aún sentido de la maravilla.
Ficha técnica
Editorial: Valdemar
ISBN: 9788477024781
Idioma: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 19/07/2004
Año de edición: 2004
Plaza de edición: Madrid
Colección:
El Club Diogenes
El Club Diogenes
Número: 90
Especificaciones del producto
Escrito por Emilio Carrère
El ingenioso Carrère perteneció a aquella generación perdida de «La Novela corta», aquélla de López de Haro, de Tomás Borrás o de Hoyos y Vinent, de cuyas famosas tertulias del té, allá por 1905, fue un asiduo (también, en aquella casa de la calle Marqués de Riscal, coincidiría con la Pardo Bazán, con Manuel Machado y con Villaespesa). En definitiva, una generación de tranvías, de toreros y teatros, de medias tostadas, de cupletistas y de tertulias con veladores y de reservados de peluche rojo donde regalar a las queridas. Todo un submundo que él puso a disposición de sus lectores, quienes de inmediato se reconocieron en su tiempo y pasaron a ser sus protagonistas. Soguillas, bigardos, sablistas, rameras, hampones, pícaros y comadres forman parte del tugurio poético y novelesco de la producción carreriana, tan en consonancia con aquel teatro español del XVII con atrezzos del XIX.