"Mi último libro, por medio del cual quiero compartir con mis semejantes, criaturas de Nuestro Padre Creador Común, casi todos los secretos del mundo interior del hombre que han permanecido hasta ahora ignorados y de los que he tomado conocimiento accidentalmente". Con estas palabras describió G. I. Gurdjieff a la Tercera Serie de sus obras. Según la enseñanza de Gurdjieff, el hombre es un ser todavía en desarrollo, un autómata cuyos pensamientos, sentimientos y actos son poco más que reacciones mecánicas a los impulsos que recibe tanto del exterior como del interior. En él y alrededor de él todo ocurre sin la participación de su auténtica consciencia. Lamentablemente, los seres ignoran este estado de cosas debido a la influencia que la cultura y la educación ejercen sobre ellos, confiriéndoles la ilusión de ser autónomos y conscientes. Podemos decir que el ser humano está dormido. En su presencia no existe un verdadero "Yo Soy" sino tan sólo un egoíso que se hace pasar por el auténtico Ser y cuyas maquinacones no son más que una triste imitación del pensamiento, el sentimiento y la voluntad verdaderos.
Ficha técnica
Editorial: Sirio
ISBN: 9788478084531
Idioma: Castellano
Número de páginas: 160
Encuadernación: Encuadernación en tela
Fecha de lanzamiento: 09/11/2004
Año de edición: 2004
Plaza de edición: Malaga
Alto: 22.0 cm
Ancho: 15.0 cm
Peso: 375.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por G. I. Gurdjieff
Alexándropol, Armenia, 1866 – Neuilly-sur-Seine, Francia, 1949 A Georges Ivánovich Gurdjieff (1866-1949) se le reconoce en el presente como a una gran fuerza espiritual que anticipó los problemas de la civilización moderna y abogó por que la gente regresase al antiguo y olvidado «conocimiento del ser» como única realidad indeleble. Nacido en Alexandropol, en el Cáucaso, pasó veinte años en una búsqueda de conocimientos esotéricos que le llevó a viajar de Grecia y Egipto al Asia Central, llegando a las montañas del Hindukush y el Tíbet. Gurdjieff y un reducido número de camaradas reunieron elementos de una «ciencia» olvidada que reconciliaba las grandes creencias tradicionales, incluyendo el cristianismo, el budismo y el islam. Tras enseñar en Moscú y San Petersburgo desde 1912, acabó asentándose en Francia en 1922, donde fundó el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre en Fontainebleau. Más tarde, se mudó a París, donde continuó enseñando a sus discípulos hasta su muerte.