LOS BIENAVENTURADOS

Los bienaventurados (1979)incide, desde distintos ángulos, en las grandes cuestiones que plantea en su obra María Zambrano, como la insuficiencia de la filosofía moderna para auxiliar al ser humano o la necesidad de dar espacio al silencio, a la pasividad, como espacios regeneradores y dinamizadores. La persona bienaventurada es la persona feliz, feliz con lo que es y con lo que hay.

Obra escrita en el tramo final de su largo exilio y publicada en 1979, cuando aún permanecía en él,Los bienaventurados incide, desde distintos ángulos, en las grandes cuestiones que plantea en su obra María Zambrano (1904-1991): la insuficiencia de la filosofía moderna para auxiliar al ser humano; la necesidad de salir de ella y oxigenarla con ámbitos menos estrechos de pensamiento y experiencia, como son el padecer, lo sentido, lo sagrado, la poesía; el dar espacio al silencio, a la pasividad, a la abstención, como espacios regeneradores y dinamizadores (y entra aquí la figura de los grandes místicos españoles, san Juan de la Cruz y santa Teresa)... Todos estos vectores se cifran en la simplicidad de los bienaventurados -separados del ruido y del barullo que tan a menudo se entienden como "vida", esa vida que habría que actuar, que explicar menos, y en cambio escuchar, conocer más-, pues al cabo la persona bienaventurada es la persona feliz, feliz con lo que es y con lo que hay.

Introducción de Rosa Mascarell Dauder

Obra escrita en el tramo final de su largo exilio y publicada en 1979, cuando aún permanecía en él,Los bienaventurados incide, desde distintos ángulos, en las grandes cuestiones que plantea en su obra María Zambrano (1904-1991): la insuficiencia de la filosofía moderna para auxiliar al ser humano; la necesidad de salir de ella y oxigenarla con ámbitos menos estrechos de pensamiento y experiencia, como son el padecer, lo sentido, lo sagrado, la poesía; el dar espacio al silencio, a la pasividad, a la abstención, como espacios regeneradores y dinamizadores (y entra aquí la figura de los grandes místicos españoles, san Juan de la Cruz y santa Teresa)... Todos estos vectores se cifran en la simplicidad de los bienaventurados -separados del ruido y del barullo que tan a menudo se entienden como "vida", esa vida que habría que actuar, que explicar menos, y en cambio escuchar, conocer más-, pues al cabo la persona bienaventurada es la persona feliz, feliz con lo que es y con lo que hay.

Introducción de Rosa Mascarell Dauder