El mítico ilustrador Francisco Meléndez cumple sus bodas de acero con el silencio, y las interrumpe momentáneamente para esclarecer lo sucedido en el Edén hace cientos de años. Una muestra de su talento intacto y libérrimo, que Mark Twain celebra desde quién sabe dónde.
Del diario de Adán:Esta nueva criatura de pelo largo se entromete bastante. Siempre está merodeando y me sigue a todas partes. Eso no me gusta; no estoy habituado a la compañía. Preferiría que se quedara con los otros animales. Hoy está nublado, hay viento del este; creo que tendremos lluvia ¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde saqué esta palabra ? Ahora lo recuerdo: la usa la nueva criatura.
Del diario de Eva:Toda la semana lo seguí y traté de entablar relaciones con él. Yo soy la que tuvo que hablar, porque él es tímido, pero no me importa. Parecía complacido de tenerme alrededor, y usé el sociable «nosotros» varias veces, porque él parecía halagado de verse incluido.
Ficha técnica
Traductor: Patricia Willson
Ilustrador: Francisco Meléndez
Editorial: Libros del Zorro Rojo
ISBN: 9788494328459
Idioma: Castellano
Número de páginas: 80
Tiempo de lectura:
1h 48m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 13/05/2015
Año de edición: 2015
Plaza de edición: Barcelona
Alto: 21.5 cm
Ancho: 14.5 cm
Peso: 181.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Mark Twain
Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain, nació en la villa de Florida, Misuri, en 1835. Cuando tenía cuatro años de edad, se trasladó con su familia a la localidad de Hannibal, a orillas del Misisipi. A los doce años, empezó a trabajar como aprendiz en el periódico local. Posteriormente, trabajó como impresor en varias ciudades, y se hizo piloto de un barco de vapor. Volvió luego al periodismo, y, en 1876, publicó Las aventuras de Tom Sawyer; en 1883, La vida en el Misisipi y, en 1884, Las aventuras de Huckleberry Finn. Con estas tres obras alcanzaría gran fama en su época. En 1881, escribió El príncipe y el mendigo, que es su primera novela histórica. En 1889, publicó Un yanki en la corte del rey Arturo, y, en 1905, una de sus últimas obras, El forastero misterioso. Gracias a su ingenio y sus sátiras consiguió grandes éxitos como escritor y orador. Falleció en Redding, Connecticut, en 1910.