Sinopsis de LOS OCHO PECADOS MORTALES DE LA HUMANIDAD CIVILIZADA
El ser humano ha construido la civilización, pero este gran logro lleva consigo sus propios peligros, los pecados que pueden acabar destruyéndola y llevar a la cultura y la civilización contemporáneas a su ocaso.
Konrad Lorenz, Premio Nobel de Medicina, aborda en este breve y contundente ensayo estos pecados que pueden acabar provocando el colapso de nuestra civilización: la deshumanización, la superpoblación, el asolamiento del espacio vital y natural, la obsesión del hombre por competir consigo mismo impulsado por el acicate de la revolución tecnológica, la paulatina atrófica de los sentimientos, el quebrantamiento de la tradición, la manipulación de las masas, la decadencia
genética, la proliferación de armas nucleares
Ficha técnica
Traductor: José Aníbal Campos Gonzalez
Editorial: Rba Libros
ISBN: 9788498679120
Idioma: Castellano
Número de páginas: 160
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 17/02/2011
Año de edición: 2011
Plaza de edición: Es
Colección:
Otros No Ficción
Otros No Ficción
Alto: 21.3 cm
Ancho: 14.0 cm
Peso: 200.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Konrad Lorenz
Nació en 1903 en Altenberg, una población cercana a Viena. Enseñó anatomía comparada y psicología animal en Viena entre 1937 y 1940, año en que pasa a ocupar la cátedra de psicología humana de la Universidad de Königsberg. Dirigió el Instituto de Etología Comparada en Altenberg entre 1949 y 1951, el Instituto Max Planck de Fisiología del Comportamiento en Buldern (1950-1954) y en Seewiesen (1955-1973). A partir de 1973 estuvo al frente del Departamento de Sociología Animal del Instituto de Etología Comparada de la Academia de Ciencias Austriaca. En ese mismo año obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Konrad Lorenz murió en 1989. Tusquets Editores ha publicado las siguientes obras: Cuando el hombre encontró al perro (Marginales 46 y Fábula 129), Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros (Fábula 116), El porvenir está abierto y La ciencia natural del hombre (Metatemas 28 y 32).