Hoy el tiempo parece fluir como un líquido, ser un tejido sin trama, carecer de forma. Sin embargo, a lo largo de la historia su vivencia no ha resultado problemática para el hombre, a pesar de las rupturas que en él ha experimentado. Cuando en la actualidad se aborda el tema del tiempo desde una perspectiva teológica, cobra especial importancia la búsqueda de una sabiduría que permita vivirlo humanamente y sea capaz de responder a varias cuestiones problemáticas. ¿Existe algún modelo capaz de integrar con éxito el pasado, el presente y el futuro? ¿Es posible mezclar sin confusión los siglos y la eternidad? ¿Puede el discurrir cotidiano desembocar en lo eterno sin perder su consistencia? ¿Tiene Dios alguna posibilidad de dirigir la historia sin apabullar la libertad de las personas ni arruinar el misterio y la novedad del porvenir? El tiempo, lejos de ser mero límite de la condición terrena, úlcera por la que se desangra el existir humano, es puerta que abre a nuevos encuentros y horizontes, además de sacar de su aislamiento al sujeto ensimismado y de encaminarlo a la plenitud de su vocación.
Ficha técnica
Traductor: José María Vegas
Editorial: Ediciones Sígueme, S. A.
ISBN: 9788430118069
Idioma: Castellano
Número de páginas: 590
Tiempo de lectura:
14h 8m
Encuadernación: Tapa dura
Fecha de lanzamiento: 02/07/2012
Año de edición: 2012
Plaza de edición: Es
Colección:
Hermeneia
Hermeneia
Número: 95
Alto: 23.5 cm
Ancho: 15.5 cm
Grueso: 3.4 cm
Peso: 925.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Vladímir Soloviov
Vladímir Soloviov nació en Moscú el 16 de enero de 1853. Filósofo, poeta y crítico literario, desempeñó un significativo papel en el desarrollo de la filosofía y la poesía rusas de finales del XIX. Está considerado el filósofo más destacado del Siglo de Plata ruso. Amigo y confidente de Dostoievski, ha influido en el ámbito de la filosofía (S. Frank, N. Lossky, P. Florenski, S. Bulgákov), así como en el campo general del arte, la literatura (A. Blok, A. Biely) y los movimientos renovadores de principios del siglo XX. Murió el 31 de julio de 1900 cuando apenas contaba 47 años. Entre sus obras cabe destacar: Teohumanidad. Conferencias sobre filosofía de la religión, 1878-1881; Crítica de los principios abstractos, 1880; Fundamentos espirituales de la vida, 1882-1884; El sentido del amor, 1892-1894; La justificación del bien, 1897; Tres encuentros, 1899, y La transfiguración de la belleza (selección de textos).