PUNTO DE ENCUENTRO

NO HAY VIDA HUMANA que no sea, en una medida u otra, una mezcla cambiante de luces y sombras, pero solo algunas personas privilegiadas tienen la capacidad para transferir la esencia de esa realidad a una expresión artística o intelectual de cualquier tipo. Eso hizo justamente Caravaggio con la pintura. Y ello porque él era, precisamente, uno de esos seres que sabe y que puede llevar al lienzo los matices de su propia vida. Caravaggio fue, sin duda, un personaje bastante enigmático, desequilibrado y aventurero, que llevó (a su pesar o por su causa, según se quiera ver) una vida turbulenta, determinada, en especial, por su carácter extremadamente violento e irascible. Pero esa misma vehemencia y combatividad la trasladó a su arte, yendo siempre a contracorriente y no dejándose avasallar por las críticas y los rechazos a su obra y a su pensamiento. Era un genio rebelde y atormentado que revolucionó la pintura de su época con la fuerza y el dominio de la luz y los colores y que imprimió a sus obras un dramatismo que no era sino un remedo fiel de su vida apasionada y novelesca. Casi toda la vida de Michelangelo Merisi, «il Caravaggio