Después de haberse llenado los bolsillos de bizcochos en el párrafo anterior, Robinson Crusoe comienza a nadar desnudo hasta el lugar en el que ocurrió el naufragio. Un lector atento detectó esta irregularidad, que resultaría menos alarmante si se tratara de otro libro, porque Daniel Defoe comparte con pocos la condición de precursor o pionero de la novela realista. Escritor de convicción religiosa y luego política, Defoe se abrió paso desnudo hasta los lugares donde la literatura naufragaba sin olvidarse jamás de llevar una buena provisión de bizcochos en los bolsillos del párrafo anterior. Aunque los tres títulos asiduos de Defoe son "Robinson Crusoe", "Diario del año de la peste" y "Moll Flanders", los conocedores de sus libros no dudan en señalar "Roxana", que cuenta con voluptuosa severidad la vida de una prostituta, como su obra cumbre. La moral de Defoe, instrumento de su voluntad y sus creencias, deja ya que despunte una implacable, venturosa compasión. No es producto del sentimentalismo -rara vez lo es en un genio- sino de una actitud transformadora y moderna.
Ficha técnica
Editorial: Bestia Equilatera (Argentina)
ISBN: 9789872389277
Idioma: Castellano
Número de páginas: 452
Tiempo de lectura:
10h 48m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 21/10/2009
Año de edición: 2009
Plaza de edición: Argentina
Especificaciones del producto
Escrito por Daniel Defoe
Daniel Defoe nació en Londres en 1660. Empezó a estudiar para convertirse en sacerdote presbiteriano, pero decidió abandonar el camino eclesiástico para dedicarse al comercio. Se convirtió rápidamente en un hombre de negocios, y gracias a su trabajo viajó por países de Europa, como España, Francia o Alemania.
Defoe compaginaba su carrera comercial con el activismo político: a partir del año 1702, empezó a publicar ensayos y panfletos satíricos en contra del gobierno. Sus punzantes críticas acabaron teniendo consecuencias, y Defoe ingresó en prisión en el año 1703.
En 1719, ya en libertad, publicó Robinson Crusoe, su gran novela. A partir de ese momento, empezó a colaborar en prensa y trabajó de cerca con los gobiernos de Guillermo III y Jorge I. Pese a todo, nunca logró reponerse de la bancarrota que le ocasionaron sus negocios, y seguía huyendo de sus acreedores cuando murió en 1731.