En esta obrita, escrita al cabo de una intensa vida cristiana, el filósofo Dietrich von Hildebrand nos deja un regalo de inapreciable valor: su reflexión lúdica y serena sobre el fenómeno de la muerte. Desde el comienzo mismo nos invita a no vivir de espaldas a la muerte, a reconocer que, ya en el plano de la experiencia natural, la muerte, a pesar de todo su horror y carácter enigmático, no se presenta realmente como el acabamiento definitivo del hombre, sino como el comienzo de una vida nueva. Y la invitación a considerar esta verdad se convierte en apremio para quien ha conocido a Cristo y creído en su mensaje. Toda la vida del cristiano, sus diarios quehaceres, sus relaciones con los otos..., ha de estar recorrida por la esperanza en la vida del mundo futuro y la visión de Dios que en ella se le promete. Es seguro que estas páginas, penetrantes y llenas de auténtica espiritualidad, llevarán consuelo y esperanza a muchos corazones afligidos por el carácter terrible de la muerte: de la muerte propia, que amenaza diariamente con su llegada, y de la muerte de los seres profundamente queridos, que nos arrebata la fuente más honda de felicidad terrena.
Ficha técnica
Traductor: Rogelio Rovira Madrid
Editorial: Encuentro
ISBN: 9788474900910
Número de páginas: 156
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 01/12/1983
Año de edición: 1983
Plaza de edición: Madrid
Colección:
Libro Singular
Libro Singular
Número: 23
Peso: 120.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por DIETRICH VON HILDEBRAND
Nació en Florencia el 12 octubre de 1889, hijo del escultor Adolf Von Hildebrand. Se convirtió al catolicismo en 1914 y se opuso a Adolf Hitler y al nazismo. Abandonó Alemania en marzo de 1933 y fue a Viena, donde fundó una revista antinazi, «Der Christliche Staendestaat» («El Estado corporativo cristiano»). Cuando Hitler anexionó Austria en 1938, se vio forzado de nuevo a huir. Pasó un tiempo en Suiza y en Francia, donde enseñó en la Universidad Católica de Toulouse. Al invadir los nazis Francia en 1940, tuvo que esconderse, hasta poder escapar con su hijo, su esposa y su nuera a Portugal. De allí viajó a Brasil, y después a Nueva York, donde enseñó Filosofía en la Universidad Jesuita Fordham. Falleció en New Rochelle, Nueva York, en 1977.