Manuel García Morente, catedrático de Ética de la Universidad de Madrid de 1912 a 1942, fue un intelectual de cuño clásico con el que la cultura española tiene una deuda de amplio alcance. Además de sus ocupaciones filosóficas, desarrolladas en estrecha colaboración con el Círculo de Intelectuales reunidos en torno a Ortega, García Morente prestó gran atención a los descubrimientos y teorías científicas que se producían en su tiempo, y en especial a la teoría de la relatividad de Einstein, entonces ampliamente estudiada y debatida en todo el orbe culto. El interés principal de García Morente por esta nueva teoría física provenía de una profunda convicción filosófica de Ortega, que él compartía por entero: la teoría de la relatividad se presentaba como el signo más elocuente del tema de su época. Los escritos aquí reunidos, que han permanecido desconocidos incluso por los estudiosos dela obra de García Morente, aparecen ahora por vez primera en forma de libro aparte. Constituyen acaso la exposición más clara que haya hecho un autor español de la teoría de la relatividad.
Ficha técnica
Editorial: Encuentro
ISBN: 9788474901108
Idioma: Castellano
Número de páginas: 80
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 01/12/1984
Año de edición: 1984
Plaza de edición: Madrid
Número: 26
Peso: 70.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Manuel García Morente
Manuel García Morente (1886-1942) fue uno de los más importantes filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX. Sólidamente formado en Francia y en Alemania, influido a la vez por la filosofía de Bergson y por la escuela neokantiana de Marburgo, halló luego cauce a su propio pensamiento en el espíritu de la fenomenología y en la filosofía de la vida de Ortega y Gasset. Catedrático de Ética durante treinta años en la Universidad de Madrid, autor de libros y ensayos filosóficos de claridad excepcional sobre temas muy sugestivos y diversos, traductor infatigable, promotor de empresas universitarias, conferenciante y publicista brillante, García Morente experimentó durante la Guerra Civil una profunda conversión religiosa y, tras desempeñar dos cátedras en la Argentina, acabó su vida como sacerdote en el Madrid de la inmediata posguerra, abriéndose entonces su pensamiento al influjo de la filosofía y la teología de santo Tomás de Aquino.