WASABI

Invitado a pasar dos meses en una residencia de escritores en un puerto frances, un novelista argentino -treintañero haragán y narcoleptico, para colmo celoso recalcitrante- emprende el viaje junto a su mujer con la indolencia de quien se deja arrastrar por un programa turístico simpático pero previsible. No sabe hasta que punto eso que imagina como una inocente vacación europea se convertirá en la peor y acaso la más aleccionadora de las pesadillas.

Apenas instalado en Saint-Nazaire (una ciudad que los aliados bombardearon hasta la aniquilación, dejando intacta, sin embargo, la única razón por la que la bombardeaban: sus bases submarinas), el cuerpo empieza a jugarle malas pasadas: un extraño quiste le brota en la base del cuello y se pone a crecer a toda velocidad, y la crema homeopática que le recetan resulta tener inesperadas propiedades lisergicas. Los contratiempos se suceden. Su mujer, harta de Francia y los franceses, decide seguir viaje sola y se refugia en Londres, en un equívoco falansterio pakistaní, mientras su editor frances, que es su anfitrión y debería tranquilizarlo, incrementa su incertidumbre comportándose como un consumado impostor a lo largo de interminables sobremesas alcohólicas. Esas zozobras, sumadas a lo inhóspito del ambiente portuario, lo