MARIA ISABEL ALBAR DE CALA

Este es un espejo en el que pueden mirarse periodistas y jóvenes que aspiran a desarrollar su tarea profesional en radio y televisión, así como todas las personas interesadas en la comunicación. Los autores de este libro son dos logopedas experimentadas en el terreno audiovisual y un periodista curtido en los ámbitos del reportaje y las noticias. De este mestizaje ha salido un manual con dos partes perfectamente diferenciadas: la escritura y la lectura. Si se quiere que los mensajes audiovisuales lleguen con claridad al público hay que cuidar la forma de redactar y el modo de leer. Pero, ¿cómo? En este libro se aportan técnicas concretas, trucos para corregir defectos expresivos y de pronunciación. No se trata de ejercicios de funambulismo teórico, sino de un intento por acercarse a la lectura y la escritura audiovisual de forma amena y entretenida, al tiempo que rigurosa. El volumen se completa con un CD-Rom en el que se ofrecen diversos ejercicios prácticos.

El medio principal de comunicación de que dispone el hombre es la voz. Semejante afirmación mantiene toda su vigencia incluso en una época, cómo la nuestra, dominada por extraordinarios avances tecnológicos. En esta obra, se descubre la fórmula para conseguir una voz capaz de transmitir el propio pensamiento con eficacia, convicción; disfrutando a la vez del tan ansiado "confort vocal". Cuando llega la hora de la verdad, el opositor ante su tribunal y el abogado ante los magistrados de la sala o ante los miembros del jurado, se sentirán seguros si al volcar todo lo aprendido, o al hacer llegar a sus interlocutores un mensaje firme y sin resquicios, se apoyan en una voz llena de armónicos e inflexiones, con un volumen adecuado al contenido y al momento de emotividad con una dicción perfecta, en una voz en definitiva, nítida y resuelta, correctamente acompañada por las sutiles e influyentes pautas del lenguaje no verbal "nada revela tan seguramente el carácter de una persona - habríamos de añadir "y su preparación"- como su propia voz". Así dijo Disraeli, y así lo comprobarán los lectores de esta obra.