ALBERTO MILLARES

Cinco piezas cortas donde el peculiar sentido de la comicidad dramática de Miralles va unido, como siempre en su teatro, a una investigación del lenguaje, en el que da primacía a unos espléndidos diálogos, llenos de ritmo. Personajes tiernos y absurdos, crítica social y humor son los ingredientes de esta antología.

En ¡Hay motín, compañeras! una publicitaria utiliza un motín en la cárcel de mujeres para promocionar un nuevo producto lácteo, sin saber que, a su vez, las autoridades de la prisión han utilizado el motín como excusa para ocultar la muerte de dos presas. Con su característico sentido del humor, el autor critica el despiadado mundo de la publicidad, la violencia doméstica y la discriminación femenina. Como dice María Francisca Vilches en el prólogo: En ¡Hay motín, compañeras! Alberto Miralles vuelve a trabajar con algunos de los elementos estructurales desarrollados en sus anteriores creaciones sobre este tipo de cuestiones: un título impactante que advierte desde el principio sobre el tema de la obra, una acción protagonizada mayoritariamente por mujeres y el respeto por un discurso narrativo accesible a grandes públicos. En El último dragón del Mediterráneo un potentado de los años treinta ve peligrar sus negocios a causa de la situación política. José Monleón afirma en el prólogo: Junto a su interpretación de las relaciones entre el Poder y los poderes fácticos [...] Miralles crea un mundo dramático personal, donde las relaciones se sustraen a ese esquema sociológico, o, incluso, a los enfrentamientos y alianzas previsibles , para desencadenar una serie de dramas individuales.