Iglesias y monasterios, paisajes grandiosos y peregrinos de todo tipo llegados desde todas partes del mundo hacen del Camino de Santiago un recorrido siempre fascinante. El camino que lleva hasta Santiago de Compostela es la ruta de peregrinaje más popular del mundo en su estilo. No tiene por qué significar pasarse semanas caminando. Los viajes culturales y artísticos, las rutas motorizadas o el camino en bicicleta son buenas alternativas. Un viaje desde los flancos de las montañas pirenaicas hasta las verdes colinas de Galicia garantiza una colección de experiencias inolvidables. En el Camino de Santiago se unen cultura y naturaleza y los paisajes ofrecen fascinantes cambios. Tras el escenario montañoso de los Pirineos esperan al este los bosques de Navarra, los viñedos de La Rioja, las amplias y solitarias llanuras de Castilla y León, las verdes colinas de Galicia con pastos y bosques de eucaliptos. En el campo, los viajeros se encuentran con pueblos cargados de tradición donde aún cantan las fuentes y se saluda amigablemente a los extraños. Grandes castillos y palacios esperan también a sus descubridores, al igual que cascos históricos llenos de diversiones, tapas y vino. Por todas partes los foráneos se mezclan con los autóctonos, que los reciben con los brazos abiertos. De todas maneras aquí no siempre luce el sol. El norte de la Península es tan verde porque la lluvia se presenta con frecuencia. Tener una buena relación con el apóstol Santiago sirve de poco cuando su colega san Pedro abre las esclusas del cielo. No obstante, por grandes que sean los inconvenientes meteorológicos, la impresión que deja el Camino de Santiago lo compensa todo.
Playas solitarias junto al Atlántico; acantilados; un interior verde y frondoso; parques naturales; fiesta y tradiciones; Bilbao, una metrópoli artística con el famosísimo Museo Guggenheim... Hay muchas y buenas razones para viajar al País Vasco. Esta región del norte es una gran opción para aquellos que busquen zonas sin adulterar. Un lugar para disfrutar de la gastronomía, hacer surf o senderismo, explorar lejos del turismo masivo. Ya sea en los pueblos de montaña o en los de pescadores, en el casco antiguo de Vitoria o en las bahías y paseos de San Sebastián, la diversidad del País Vasco sorprenderá incluso a los más viajados.El País Vasco demuestra ser una de las comunidades autónomas más variadas, verdes y sorprendentes de España. Una región que escapa a cualquier clasificación unitaria. Entre las montañas y el mar, son los bosques y las praderas las que determinan el paisaje, profundos valles, grandes granjas, pueblos llenos de casas de piedra. La costa vasca proporciona multitud de contrastes, con pueblos de pescadores, desembocaduras de ríos, puertos e islas.En el País Vasco, el ser humano está presente desde tiempo inmemorial, como demuestran las pinturas rupestres y los numerosos dólmenes. Los vascos de pura cepa afirman orgullosos que esos restos son debidos a sus antecesores directos. Y, así, se ven como el pueblo más antiguo de Europa. Lo cierto es que los vascos han sido tradicionalmente un pueblo muy singular que siempre ha sabido tratar con las influencias externas a su manera y que ha conservado sus peculiaridades regionales de forma especialmente destacada. En ningún otro lugar de España hay tal cantidad de curiosas costumbres y tradiciones. El cuidado de la tradición es muy importante incluso para los jóvenes.
En el corazón de Sudamérica, Paraguay sigue siendo todavía uno de los rincones del mundo ajeno al turismo de masas, un verdadero descubrimiento para el auténtico viajero. Rico en contrastes y colores; desde el verde oscuro de los bosques subtropicales al verde claro de las praderas, del azul de los lagos al marron de los caudalosos rios, pasando por el intenso colorido de los mercados callejeros, su belleza cromatica sorprende gratamente al visitante y apabulla sus sentidos. Pero, aparte de su tradicion artesanal y sus riquezas naturales -parques nacionales y reservas biologicas, el Chaco (la gran meseta central de America del Sur) y sus impresionantes saltos de agua-, lo que el viajero nunca olvidara son los encuentros con su gente (guaranies, mennonitas), que han sabido conservar muchas de sus manifestaciones culturales y que siempre tienen una sonrisa amable para el viajero.