Mamá rana tuvo un sapito muy bonito. Pero Sapito, desde el principio, no comía nada. Su madre, muy preocupada, lo llevó al médico. Sapito seguía sin comer. Por fin un día, Sapito dijo que lo que le pasaba es que no pensaba comerse otros animales, que él era vegetariano. Desde ese día Sapito come hojas, juncos y tomates.
La princesa lleva una vida muy aburrida. Se pasa los días contemplando a los animales de cerca de palacio -las ranas y los peces del estanque, los patos, los cisnes...- dando paseos y mirando el paisaje desde su ventana. Por eso siempre protesta a sus padres y les dice que ella no quiere ser princesa. Sus padres tratan de hacerle entender que un día se casará con un apuesto príncipe y que su vida cambiará. Sin embargo, la pequeña princesa no queda muy convencida y prefiere ser una chica como las demás. Al final, sus padres no tienen más remedio que dejarla salir de los muros de palacio y permitirla que sea ella quien elija su propia vida. La princesa estudia mucho y se convierte en una auténtica erudita.