Este poemario de la chilena Carmen Yáñez es un paseo sentido, subrayado en la distancia por el lento batir del oleaje, nítido de colores otoñales y olores del bosque. Muchos tiempos, rostros y ciudades confluyen en él. Las coordenadas que define el poemario son las de una tierra prometida en el exilio: el lugar de los ojos limpios y las manos desnudas. En última medida, el tema, e incluso el propósito del poemario tienen que ver con la misteriosa continuidad del mundo, algo que tendemos a dar por descontado y que en realidad exige la terca generosidad, el esfuerzo de muchas miradas humanas.