Charlotte Booth enseña egiptología en el Birkbeck College de Londres. Es autora de numerosos artículos espcecializados y libros como People of Ancient Egypt (2006) o The Boy Behind the Mask: Meeting the Real Tutankhamun (2007).
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Imagina poder viajar en el tiempo. Imagina que despiertas y te encuentras a orillas del Nilo hace 3.200 años, en Tebas. Una procesión recorre la avenida de los carneros entre Luxor y Karnak. Los templos están en perfectas condiciones, hay sacerdotes por todas partes y están nerviosos porque el faraón ha venido desde su residencia habitual en Pi-Ramsés para las fiestas. La ciudad está engalanada, hay comida y bebida para todos. La ocasión nos dará la oportunidad de visitar los templos funerarios de la orilla occidental, y luego viajaremos arriba y abajo por el río, desde Asuán, donde se inician las crecidas, hasta Mennefer y los bosques de papiro del delta. El Imperio egipcio estaba su apogeo. Muchos de los monumentos ya eran milenarios, como las pirámides. En Tebas, el dios sol, Amón-Ra, reinaba representado en el faraón. Se levantaban templos y estatuas en su honor por todas partes. Los valles sagrados estaban repletos de tesoros que empezaban a ser codiciados, en los mercados se podían comprar perfumes y amuletos, y la cerveza especiada con miel y canela era estupenda acompañada de dátiles.
Un libro serio y documentado que resulta más fascinante que la mayoría de las fantasías que suelen publicarse acerca del Antiguo Egipto. ¿Cuál es el secreto de la Gran Esfinge de Giza -en realidad deberíamos decir "el esfinge", puesto que su cabeza es la de un hombre-, que en su tiempo llevaba barba? Charlotte Booth, profesora de Egiptología del Birkbeck College, nos cuenta la verdad que se esconde detrás de este y de otros misterios: el de la reina Hatshepsut, que gobernó como un rey, el del poder de que gozaban los sacerdotes o el de la muerte del joven Tutankhamun, de la que nos da una nueva interpretación. A la vez, combate toda una serie de fantasías sobre el Antiguo Egipto y nos revela que no es verdad que las pirámides fueran construidas por grandes masas de esclavos, que no parece haber existido el gran éxodo del pueblo hebreo del que nos habla la Biblia, o nos aclara, entre otras muchas revelaciones y curiosidades, que Cleopatra tenía una larga nariz ganchuda. Es otra visión del Antiguo Egipto, más rigurosa y documentada pero igual o más fascinante para sus numerosos y fieles seguidores.